domingo, 3 de febrero de 2013

Hemos caído en "La Red".


Domingo 3 de febrero. 20:00 horas.

Querido lector:

Acabo de encender el ordenador. Mi primera parada ha sido en el correo electrónico, después he entrado en el facebook y ahora he abierto el editor del blog para escribir una nueva entrada.

Cuando me pongo a escribir, me gusta sumergirme en un ambiente concreto, despejado de teléfonos e impregnado de otros estímulos mucho más gratos.

Una taza de café, un poco de incienso que me trae un amigo de la India, una luz muy suave y un buen disco, en esta ocasión,  “The Book of Secrets”. Es un disco mágico.



Hoy me ha dado por pensar qué sería de nosotros si mañana nos levantásemos  sin internet, sin teléfonos móviles, sin la posibilidad de comunicarnos por las redes sociales, sin más realidad que aquella que se ve, se saborea, se palpa, se oye y se huele?? Es curioso, parece poca cosa, siéndolo “todo” en realidad.

Para empezar, yo me quedaría automáticamente sin trabajo y sin la posibilidad de conseguirlo como hasta ahora, así que tendría que buscar una fuente de ingresos de otra naturaleza. Volverían los tiempos de llamar a las puertas con “curricula” en mano,  con los nervios a flor de piel y la fachada estudiada para dar el pego.

Cuando uno se acostumbra a comunicarse exclusivamente a través de la red, genera una serie de “inseguridades” que se manifiestan en el momento que abandonamos nuestra zona de confianza.  En el mundo analógico existen los gestos y las interpretaciones en tiempo real, podemos tener una impresión al instante de si hemos caído bien o mal, percibimos señales del interlocutor y somos conscientes de nuestras propias señales, aquellas que controlamos a la perfección cuando escribimos a través de nuestro teclado pero que fluyen libremente cuando abandonamos el universo digital.



El Mudo de la Red es un mundo simplificado, un mundo donde se representa una sonrisa con este símboloJ. Se trata de un gesto estándar. Piensa cuántos tipos de sonrisa distintas podemos encontrar en los rostros de las personas y cuántos mensajes en clave hay detrás de ellas.  Cuando iniciamos una conversación a través de una red social, no tenemos información precisa de la persona o personas con las que estamos hablando, así que recurrimos al esquema mental que hemos construido sobre ellos. No sabemos si están tristes o contentos, si están guapos o feos, no podemos escuchar la melodía de sus voces, ni sentir la temperatura de su cuerpo, ni su olor… demasiada información perdida, para mi gusto.

Lo cierto es que éste es un mundo en el que nos sentimos muy cómodos. Por qué razón?

Creo que la razón principal es que nos hace sentir que tenemos el control. Nosotros elegimos el momento en que empezamos nuestra vida social. Las reglas del juego son simples. Todos los actores de las redes sociales contamos con las mismas armas, desde la estrella de cine más afamada al estudiante adolescente que más se aburre en clase.

A los jóvenes os costará más trabajo entenderlo, pero somos muchas las generaciones que fuimos felices sin llevar un teléfono móvil en el bolsillo. ¿No había entonces la misma necesidad de comunicación que ahora? . Claro que teníamos necesidad de comunicarnos, de expresarnos, pero lo hacíamos de otra manera. Llamábamos a casa de nuestros amigos/as a una hora para quedar con ellos en un sitio. Hablábamos mucho, reíamos, compartíamos, avisábamos en casa de que íbamos a llegar a una hora o de que nos íbamos a quedar a dormir en casa de un amiguete y nunca nos pasó nada.

No hicimos tantas fotos, ni posteamos tantos comentarios, no tuvimos tantos amigos, ni dimos tantas veces al “me gusta”, pero fuimos tan felices como ahora, sin depender tanto de algo.

Para terminar esta entrada, me gustaría recomendarte una película sencillamente deliciosa: la aventura de un grupo de jóvenes dispuestos a llegar hasta el final, sin internet ni teléfonos móviles.



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