sábado, 2 de marzo de 2013

Un adolescente en los 90´s (PARTE II)

Cachimba noventera.

¿Cuántos años llevan advirtiéndonos  que está prohibido beber alcohol en la vía pública?
El botellón siempre ha sido una realidad y un signo cultural característico de los jóvenes de este país. Y no me sirve eso de “es que ir de discotecas directamente sale muy caro”, nos gusta el botellón, admitámoslo.
Todas las grandes noches de los 90 empezaban con un botellón. Por muy duras que fueran las condiciones climatológicas, siempre había grupos de jóvenes convenientemente aprovisionados y con muchas ganas de pasarlo bien.

La forma más económica de calentarse era el calimocho. Para elaborarlo, la gente solía comprar la materia prima más barata: “Cumbres de gredos”, “El conquistador”, “Ulifresh” o Cola Gler. En Ávila la gente utilizaba vasos de litro pero en alguna ocasión no disponíamos de ellos y recurríamos a un truco que me enseñó un amigo de Madrid y que consistía en hacer la mezcla en una bolsa de plástico y repartir después la bebida en la botella y en el brick.

¿te suena la imagen de la parte superior? ¿no? ¿no has visto eso en tu vida?

La funcionalidad básica de este pintoresco invento era básicamente "colocarnos". Tenías que inhalar el humo desde la boca de la botella, creando en el interior de la misma una densa neblina que se mezclaba con la bebida. Después quitabas el cigarrillo y dabas un trago. Si te digo que su sabor era delicioso estoy seguro de que no me vas a creer, así que siendo fiel a  la verdad...sabía a rayos y truenos!!!!!!


Un clásico


En los garitos también servían cali, enriqueciéndolo con licor de mora, manzana o melocotón.
Otras bebidas muy populares en aquellos años eran El Martini con limón, el Ponche con Cola, el Vodka con naranja, el Malibú con piña y el 43 con chocolate o vainilla.
Rara era la vez que no conocías a alguien haciendo botellón. La simple excusa de ir a pedir unos hielos a las chicas de al lado, un vaso o un poco de fanta servía para entablar conversación y ligar. Recuerdo que identificábamos a la gente por el instituto en el que estudiaba… “esa va al de arriba, esa es del Alonso, esas son del Dioce y esas otras de La Mila”.

En los botellones de esos años,  la gente prestaba atención a lo que las demás personas del grupo contaban; no había nacido el “Demonio” que todos llevamos encima hoy y que ya no tiene casi botones. Os acordáis de cómo nos lo montábamos para quedar?

 Muy sencillo, llamábamos a casa de nuestros amigos y acordábamos Sitio y hora o quedábamos en pasar a recogerlos para ir juntos. Todos teníamos una hora establecida para llegar a casa, así que cada uno veía cómo se lo tenía que montar para cumplir las reglas. Mamá y papá no llamaban cada 10 minutos para asegurarse de que estábamos bien y lo estábamos, porque vivimos experiencias que nos hicieron aprender. Aprendimos a ser amigos y compañeros cuando alguien llevaba una castaña y había que "recuperarlo" , como a los deportistas de élite. Aprendimos que los chupitos sólo tienen de divertido el nombre, que la euforia etílica de los que empiezan la noche con demasiadas ganas, acaba convirtiéndose en lágrimas y descontrol; Aprendimos que, muchas veces, es mejor morderse la lengua unos segundos que partirse la cara con una persona que se encuentra en unas condiciones lamentables... Vaya si aprendimos cosas!!!!

Uno de nuestros mejores aliados en aquellos años fue sin duda el chicle de menta o hierbabuena. De hecho, te confieso que, si por algo se caracterizan los besos de nuestra adolescencia, es por su sabor mentolado con notas etílicas, a veces, al revés. No obstante nosotros creíamos que, de esta manera, en casa no se percataban de que habíamos bebido alcohol / fumado.





En el Garito y en la Disco.

Los guarros ( Raperos, Grunges, Hipies) solíamos coincidir en un par de garitos en los que pinchaban la música que nos gustaba pero te confieso que yo prefería la disco. Uno de los temas que recuerdo con especial cariño es “Rimadero” de CPV. Sonaba con frecuencia en un ambiente de humo intensamente perfumado, charlas y jarras de cerveza y calimocho.



La discoteca era otra cosa. Siempre había gente en la tarima demostrando su particular talento para el baile, luciendo una simpática melopea o simplemente llamando la atención para pillar cacho. Sin duda, uno de los momentos más increíbles era aquel en el que comenzaba sonar una voz que decía “Dame tu mano y venga conmigo, vámonos al viaje para escuchar los sonidos mágicos…. Ecuador!!!”
De repente, Una energía incomparable se apoderaba de cuantos nos movíamos en la pista.Teníamos la sensación de estar flotando literalmente en un océano de endorfinas; la noche era nuestra y todo era posible, todo. Por esa razón creo que Ecuador es la canción que mejor representa la  fiesta de la década de los 90, aunque claro está, es una opinión totalmente personal.





El mejor final posible para una noche de fiesta de los 90 era verte exprimiendo los últimos besos de unos labios recién conocidos porque ya habían pasado 10 minutos de "la hora"  y corrías el riesgo de quedarte sin salir el día siguiente, aunque a veces merecía la pena llegar tarde.

Sales hoy de fiesta???? ;)








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