domingo, 8 de septiembre de 2013

El cuaderno de los Olores.



Qué fácil es compartir las imágenes y los sonidos con los demás para contarles dónde hemos estado y que puedan hacerse una "Ligera" idea. Qué difícil es conseguir que experimenten las percepciones olfativas que hemos tenido en esos lugares y se han grabado en nuestro disco duro natural.

Una película, a través de sus imágenes y sonidos, puede hacernos reír y llorar, pero las películas no huelen a nada, por esa razón, nunca habrá una producción cinematográfica tan potente y evocadora como la vida en estado puro, en directo. De hecho, me encantaría escribir esta entrada sin tener que apoyarme en imágenes, sin utilizar texto alguno, únicamente unos reproductores o "players" olfativos para que todo el mundo pudiera respirar desde sus casas lo que yo he olido y registrado. ¿ A qué huele la foto de la parte superior?. Bueno, teniendo en cuenta que hay una parrilla, puedes pensar que lo más lógico es que huela al humo que se produce por la combustión del carbón... pero el universo de los olores es mucho más complejo. Tras esta imagen hay una historia olfativa mucho más rica. Se trata de una callejuela del barrio de la Alfama, en Lisboa. Es verano, la temperatura es muy agradable, los vecinos están cocinando pescado a las puerta de sus casas en barbacoas como ésta. Lo servirán sobre un trozo de pan que quedará impregnado por los jugos con ese inconfundible sabor a mar, a humo y a sal. El complemento perfecto para el pescado a la brasa es una buena ensalada mediterránea  y unas patatas cocidas o asadas, regadas por un buen aceite de oliva y refrescadas con un buen manojo de perejil fresco picado. Párate a pensar en los olores: Mar, sal, humo, aceite, vinagre, tomate, cebolla, aceitunas negras, perejil... qué estimulantes para la mente, verdad?.



¿Qué me dices del olor de las tormentas en primavera? Una fantástica fusión de agua, tierra y vegetación que avisa a nuestros sentidos del final del largo invierno y la llegada de una estación en la que las emociones están, nunca mejor dicho, a flor de piel.


Si hay un olor que define de forma especial al invierno ,es el perfumado humo de encina de las casitas de los pueblos, que se introduce por nuestra fosas nasales mezclado con el aire gélido que nos recuerda la presencia de nieves no muy lejos. Ambos olores, combinan a la perfección con el aroma del café preparado en una cafetera italiana. En invierno, más que nunca, apreciamos el carácter acogedor de los lugares, que olvidamos durante los periodos de temperaturas elevadas.


El olor a arena, a yodo, a sal, es un verdadero estímulo para quienes vivimos todo el año en el interior. Uno de los mayores placeres de escapar a los lugares bañados por el agua salada, consiste en  bajarse del coche después de unas cuantas horas de viaje, respirar profundamente y sentir.... estoy en el Mar.


Nací en Noviembre, así que mis primeras experiencias olfativas no pueden ser otras que las propias del otoño en una ciudad fría como es Ávila. Otoño huele a frío, a viento, a hojas secas y días más cortos, al imborrable recuerdo del colegio, a los estuches nuevos con pinturas de palo, al envoltorio de papel de aluminio de los bocadillos para el recreo, a las aulas y a una vieja tienda de juguetes donde "flipaba" el día de mi cumpleaños.


El mundo de los Olores es realmente maravilloso, evocador como pocos y absolutamente gratuito; sólo tienes que estar vivo para disfruta de Él.

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