domingo, 2 de junio de 2013

¿ Jugamos a ser Mayores?


¿Te apetece jugar a un juego?, seguro que sí. Vamos a jugar a… ser Mayores!!!
Guayyyyyy, valeeeeeeeee, vamossssssss… no, no, no; una de las reglas del juego es que no puedes utilizar ese tipo de expresiones y, mucho menos, hacerlo de una manera tan efusiva.
Entonces, ¿para jugar a ser mayor hay que ponerse “serio”?, te lo digo en tono bajito por si hay alguna persona mayor escuchándonos… sí, un poco. Intenta que tus emociones no se vean claramente reflejadas en tu cara, controla tu cuerpo y no hables tan alto... que a nadie le “importa” nuestra conversación, además, a la gente le interesa mucho enterarse de la vida de los demás y luego hablan y se lo cuentan a otras personas y… bueno, ya me entiendes.

¿Qué tal el trabajo?, esa sí es una pregunta de mayores, de hecho, ellos siempre están hablando del trabajo y del dinero. Haz la prueba, sal una noche de fiesta y apunta cuántas de las personas con las que has hablado te han preguntado algo relacionado con el trabajo.
Anoche, sin ir más lejos, un antiguo compañero del instituto al que tenía la pista perdida me preguntó ¿qué andas haciendo?. La lógica me indicaba que me estaba preguntando por la profesión a la que me dedico, pero como se trata de una pregunta abierta decidí ser un poco más original que el resto y le contesté: pues he salido de fiesta con un colega y estoy alucinando con la superpoblación de tíos que hay en los garitos, hay una chica por cada doce tíos… jajajajajajaja (reímos los  dos) e inmediatamente, volvió a lanzarme la pregunta, eso sí, esta vez de forma más directa ¿en qué trabajas?.
Llevamos la porra de años sin vernos y lo único que le interesa es saber en qué trabajo, pensé. O, a lo mejor, es que está utilizando la pregunta comodín, pensé después. Hay preguntas comodín que se prestan a contestaciones más ricas como ¿qué tal todo?, ¿cómo te va la vida?... pero parece ser que la pregunta preferida por la mayoría de la gente, tiene que ver siempre con el trabajo.
De vuelta a la conversación. Trabajo como locutor y hago cosas de sonido, publicidad… etc.
Su rostro refleja síntomas evidentes de extrañeza, dada la rara naturaleza de mi profesión. Supongo que él estaba esperando que le dijera algo así como... que soy abogado, policía, empleado de una tienda… pero ¿¿¿ Locutor, Publicidad, sonido??? .  Como el elevado sonido de la discoteca en la que nos encontrábamos no lo permitía, tampoco eran las condiciones más adecuadas para entrar en matices explicativos y pormenores profesionales; eso sí, siempre hay una segunda pregunta que nadie puede resistirse a hacer: ¿y qué tal te va? (me está preguntando por la pasta que gano), lo que pasa es que los adultos, los mayores, disfrazamos el descaro con palabras más amables, menos intrusivas y socialmente más correctas.

Poco a poco, la cosa va mejorando, le contesto, lo que da pie a que éste mencione la palabra más de moda en nuestros tiempos: claro es que con la CRISIS.  Estoy absolutamente convencido de que si le hubiese dicho que me va de lujo con lo que hago, su respuesta hubiese llevado igualmente la palabrita CRISIS, aunque iría precedida por un “qué suerte porque con la Cr***S”.
Bueno, pues ya sabes las dos cosas que más te interesan sobre mí: en qué trabajo y si gano o no mucho dinero; todo lo demás, por lo que no vas a preguntarme, SOY realmente YO.




Los mayores utilizamos este sistema para construir nuestros esquemas sociales; evaluamos a los demás en base a su posición social. Los niños se acercan a otros niños y juegan con ellos sin la necesidad de conocer su “estatus”; no se acercan a los niños que pegan o que les quitan el bocadillo en el recreo, los niños valoran lo que ven, los prejuicios son cosa de mayores.

“Piensa mal y acertarás, dime con quién andas y te diré quién eres, más vale pájaro en mano que cien volando… “aunque no te lo creas, estas  “sabias “expresiones populares conforman una parte importantísima de nuestra personalidad adulta. Representan la cultura del miedo, del qué dirán o pensarán los demás sobre nosotros, exponen nuestra vulnerabilidad y nuestro eterno afán de sentirnos seguros, de defendernos de los posibles ataques que puedan venir de los demás…  a esto jugamos los mayores.

Coge un folio en blanco y dibuja lo que te apetezca. Niñ@, dibuja tus sueños, tus ilusiones, tus miedos y tus fantasías y no dudes, cuando llegue el momento y  ya no  puedas pintar más cosas en ese folio,  en  romperlo y empezar de nuevo, con la misma energía, con la misma intensidad. Piénsalo:  un folio en blanco puede ser Todo o Nada, de ti depende el llenarlo de color o escribir en él el refranero popular entero.
Feliz domingo y, si quieres sonreír, te sugiero que veas esta peli. Para que no te olvides de que todos llevamos un niño dentro. Dale al play.





No hay comentarios:

Publicar un comentario