viernes, 12 de abril de 2013

Londres: carruajes, Niebla y alumbrado de gas.

Charles Dicken´s Home

La mayoría de personas que conozco van a Londres en busca de sus aires cosmopolitas, su variada oferta cultural y su carácter cool; añejo pero rabiosamente a la moda. Ninguna de esas cosas tenían el más mínimo interés para mí. Fui a la ciudad del Támesis para encontrarme con aquellos escenarios que describían Charles Dickens y Arthur Conan Doyle o cuanto queda de ellos, que es  más de lo que la gente piensa.

Ni rastro de la niebla, coches y autobuses en lugar de elegantes carruajes, farolas modernas cada pocos metros, señores sin bigotes ni sombreros de copa, rótulos fluorescentes por todas partes, un fuerte olor a comida, turistas, turistas y más turistas… ¿dónde está la esencia victoriana?, me preguntaba. Empecé a observar los ladrillos, eran de color marrón, ennegrecidos por el humo de las miles de chimeneas que mantenían calientes las viviendas londinenses, ahí estaban los colores de Oliver Twist, allí seguían esas pintorescas salidas de humo coronando los tejados. De repente, comencé a visualizar el escenario que estaba buscando; el cielo encapotado, transitadas calles de las que salen callejuelas, pasajes y patios, elegantes edificios mezclados con sencillas viviendas de envejecido ladrillo visto, acogedores pubs en los que resguardarse de la lluvia tomando una pinta de cerveza, hombres de elegantes trajes portando sus paraguas y maletines de piel… todos ellos rasgos de identidad que no pasan desapercibidos, aunque se mezclen con autobuses llenos de publicidad y luces de neón.

Existen dos zonas, tanto geográfica como esencialmente opuestas, que expresan mejor que ninguna otra la dualidad de esta gran urbe victoriana: “el West End y el East End”.
El distrito del West End era el lugar natural de la aristocracia y la gente adinerada, el emplazamiento de los refinados salones y los teatros, de la “exquisita” educación, un fabuloso escaparate en el que lucir la belleza y la galantería. Basta con detenerse delante de los escaparates para comprobar que el traje inglés hecho a medida y el batín forman parte de la vida actual, algo que debo confesar, me alegra.







Dejemos el oeste de Londres para conocer su cara opuesta, tan auténtica o más que la primera, El East End. El hábitat natural de los inmigrantes,  de los marineros, de los trabajadores, de la miseria, del hambre, del alcoholismo, de la delincuencia y la prostitución; también el patio de recreo de aristócratas, artistas y otros personajes pudientes, que  encontraban el placer y el morbo adentrándose en sus callejuelas pestilentes, mal iluminadas y peligrosas, visitando sus tabernas y sus fumaderos de opio.
El barrio más popular de esta zona es , sin lugar a dudas, Whitechapel. Allí tuvieron lugar los actos homicidas del asesino en serie más “famoso” de todos los tiempos, Jack el Destripador, sobre el que prometo escribir una entrada muy pronto.
El viaje al East End de Londres resulta mucho más excitante, misterioso y evocador si se realiza por la noche. Cualquiera de sus múltiples pubs es perfecto para degustar una cerveza y poner en marcha la imaginación. Yo no tuve la suerte de contar con la ayuda de la niebla, a pesar de ello, me dejé llevar por la curiosidad, husmeando en cada callejón, poniendo los pies en cada patio, tocando los ladrillos con la palma de la mano; captando la esencia de la que fuera la zona más peligrosa de Londres.

Estrecha callejuela de Whitechapel.

Artillery Lane.


Pub Victoriano "The Bell"
Si no conoces esta fantástica ciudad o tienes pensado volver para descubrir nuevos rincones y experiencias, acuérdate de esta entrada y no olvides, bajo ningún concepto, ni la imaginación, ni una prenda de abrigo impermeable.



2 comentarios:

  1. Me pilla un extraño husmeando en uno de esos callejones, y me hago el callejón de dos "zancás"!!! Está genial la entrada Miguel!

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  2. Está muy bien la página, ¡oye! Sobretodo,porque yo también, si fuera a Londres, iría a esos barrios como los que describe R.L.Stevenson, llenos de niebla,callejones angostos de guijarros, oscuridad casi total si no fuera por la presencia de la tenue luz de un farol...Imagínate... encontrar una silueta oscura con traje, bastón y sobrero de copa...
    ¡¡Eso es Londres!!

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