viernes, 29 de marzo de 2013

Ávila: una ciudad difícil de entender.


Amurallada, nostálgica, apacible, de luz inconfundible y en contacto permanente con el cielo; Así posa la ciudad de Ávila para el visitante. Si no fuese porque te conozco muy bien, pensaría que vas por la vida presumiendo de tus múltiples y naturales encantos; siendo la envidia de todas esas "ciudades" modernas  sin historia, sin literatura, sin campanarios ni ecos producidos por el choque de las hojas de acero. Quisiera creer que tus calles empedradas y tus plazas son el escenario de toda actividad imaginable: proveedores abasteciendo a los comercios y mercados, profesionales liberales caminando apresurados para visitar a sus clientes, estudiantes universitarios, niños jugando, artistas inspirados, turistas saciando su sed y su apetito en los mesones y asadores, gentes en cafés, bibliotecas y tiendas ; me gustaría verte llena de vida.

El día a día de esta ciudad es bien distinto. Esta población está triste, envejecida, falta de ánimo,de entusiasmo y empiezo a pensar que, tal vez, ésta ha sido siempre la personalidad que nos ha definido.

Esta ciudad es la pura manifestación del pensamiento de sus gentes. Nuestro principal defecto es, al mismo tiempo, nuestro mayor signo de identidad; somos murallas de piedra. Nos protegemos de lo que pasa fuera viviendo detrás de un gran muro que nos impide ver lo que realmente sucede y así ,cada cual, puede imaginar lo que quiera o, si carece de imaginación, lo que le cuenten otros.
La única manera de que cada uno formemos nuestra propia opinión, pasa por cambiar la perspectiva a la hora de contemplar estos muros; debemos hacerlo desde fuera, manteniendo cierta distancia y, a ser posible, después de haber realizado un viaje.

Te confieso que, desde que salgo a correr y bordeo las murallas iluminadas de noche, mi visión de esta ciudad es otra. Es un enorme privilegio convivir con semejante patrimonio, que no es sólo nuestro, sino de toda la Humanidad y, por esa razón, tenemos la obligación de "abrirla" al mundo entero, de convertirla en un lugar hospitalario, acogedor, amable; un lugar para niños, jóvenes, adultos y personas mayores.



Ávila es "calidad de vida", a una hora y dieciocho minutos de Madrid, Ávila también es montaña ,es la posibilidad de quedar para tomar un café en quince minutos, de ir andando a cualquier parte, de solucionar un papeleo en una mañana. Ávila permite un trato cercano entre sus habitantes. Ávila es historia viva, un espectáculo monumental para la vista, un marco incomparable para la reflexión personal.
Aquí se respira aire puro, sin contaminar; se siente el frío de verdad, se aprecia, con razón, una taza de caldo caliente, se convive con el pasado, con las tradiciones; se presencian puestas de Sol de ensueño, nevadas de postal, atardeceres otoñales que huelen a leña de encina... aunque seguro que si hablas con un abulense, te dirá que "en Ávila no hay nada".




Pasa un buen fin de semana.








domingo, 10 de marzo de 2013

Demasiado humano para el siglo XXI.



¿Es justo lanzar pestes sobre el periodo en que vivimos utilizando uno de sus principales signos de identidad?  No lo tengo claro, lo que sí sé, es que hace 30 años no tendría esta maravillosa oportunidad para contarte lo que siento cuando veo el “futuro” instalado en mi ciudad.
Imagínate un bonito Belén navideño, montado con todo lujo de detalles. Cuevas, casas, pastores, viandantes, animales, hogueras, árboles, ríos, cascadas  y…. de repente, una nave espacial!!!!
¿Y por qué no? Es una nave que ha viajado desde el futuro para poner fibra óptica en el pueblecito donde ha nacido el Niño Jesús. Los Reyes, ahora llamados tecnológicos, utilizan GPS para  llegar a su destino sin problema y Herodes está al tanto de la “Buena Nueva” gracias a Internet.  El Siglo XXI ha llegado para hacernos la vida más fácil.

Estoy delante de un edificio actual. La primera impresión que tengo al observarlo se parece mucho a la que me producen las dependencias de un centro de salud. Su limpieza y sus formas me recuerdan a las mesas metálicas que se emplean en las clínicas veterinarias. Parece un lugar esterilizado, donde hombres y mujeres con uniformes de vinilo de color blanco estarían perfectamente integrados. Es todo tan ergonómico que, por un momento, tengo la sensación de estar contemplando un cuarto de baño para personas discapacitadas. Menos mal que los arquitectos del Siglo XII no tenían ese sentido de la funcionalidad y hoy podemos disfrutar de catedrales preciosas, alejadas del diseño de un sanitario.Como siempre, quiero dejar claro  que se trata de mi opinión.

¿Y qué hay de las construcciones viejas, las de aspecto añejo, las que tienen una historia (o muchas) que contar? 

Viejo Hotel Continental (Ávila)


No puedo afirmarlo con total seguridad pero me atrevo a decir que a todos nos conmueve "la vida en blanco y negro". ¿Añoramos el pasado?, ¿incluso un pasado que no hemos vivido?, ¿es propiedad del pasado aquella frase que dice "eran tiempos felices"?

Es curioso; las imágenes en blanco y negro marcan una distancia temporal entre nosotros (espectadores) y  el objeto, persona o entorno inmortalizado pero, al mismo tiempo, generan un vínculo emocional y nos aproximan a ellos.



¿No tienes la sensación de que estamos construyendo un mundo excesivamente funcional y cómodo pero menos humano?.¿Se puede experimentar placer comprando en una gran superficie?. Tengo claro que yo ni puedo, ni quiero, pero a la vista está que mucha gente sí lo hace. Tal vez, dentro de unos años las plazas públicas no tengan otro sentido que el de alimentar la nostalgia de los "no integrados". Es razonable pensar que los pequeños comercios y los mercados de abastos están condenados a difuminarse o convertirse en museos. Es posible que el momento de la comida termine siendo la solitaria ingesta de una cápsula alimenticia, sin una liviana conversación. Creo que actos, tales como darse la mano o dos besos estarán considerados aberrantes en el futuro porque no cumplirán con la normativa sobre higiene y salud pública. ¡¡¡¡Qué visión tan apocalíptica!!!! pero, ¿es descabellada?

Afortunadamente, aún quedan subterfugios que huelen a historias humanas, a personajes pintorescos, a dichos populares, al pescado sobre las hojas de helecho, los encurtidos y la casquería.

Mercado de abastos de Ávila.






















sábado, 2 de marzo de 2013

Un adolescente en los 90´s (PARTE II)

Cachimba noventera.

¿Cuántos años llevan advirtiéndonos  que está prohibido beber alcohol en la vía pública?
El botellón siempre ha sido una realidad y un signo cultural característico de los jóvenes de este país. Y no me sirve eso de “es que ir de discotecas directamente sale muy caro”, nos gusta el botellón, admitámoslo.
Todas las grandes noches de los 90 empezaban con un botellón. Por muy duras que fueran las condiciones climatológicas, siempre había grupos de jóvenes convenientemente aprovisionados y con muchas ganas de pasarlo bien.

La forma más económica de calentarse era el calimocho. Para elaborarlo, la gente solía comprar la materia prima más barata: “Cumbres de gredos”, “El conquistador”, “Ulifresh” o Cola Gler. En Ávila la gente utilizaba vasos de litro pero en alguna ocasión no disponíamos de ellos y recurríamos a un truco que me enseñó un amigo de Madrid y que consistía en hacer la mezcla en una bolsa de plástico y repartir después la bebida en la botella y en el brick.

¿te suena la imagen de la parte superior? ¿no? ¿no has visto eso en tu vida?

La funcionalidad básica de este pintoresco invento era básicamente "colocarnos". Tenías que inhalar el humo desde la boca de la botella, creando en el interior de la misma una densa neblina que se mezclaba con la bebida. Después quitabas el cigarrillo y dabas un trago. Si te digo que su sabor era delicioso estoy seguro de que no me vas a creer, así que siendo fiel a  la verdad...sabía a rayos y truenos!!!!!!


Un clásico


En los garitos también servían cali, enriqueciéndolo con licor de mora, manzana o melocotón.
Otras bebidas muy populares en aquellos años eran El Martini con limón, el Ponche con Cola, el Vodka con naranja, el Malibú con piña y el 43 con chocolate o vainilla.
Rara era la vez que no conocías a alguien haciendo botellón. La simple excusa de ir a pedir unos hielos a las chicas de al lado, un vaso o un poco de fanta servía para entablar conversación y ligar. Recuerdo que identificábamos a la gente por el instituto en el que estudiaba… “esa va al de arriba, esa es del Alonso, esas son del Dioce y esas otras de La Mila”.

En los botellones de esos años,  la gente prestaba atención a lo que las demás personas del grupo contaban; no había nacido el “Demonio” que todos llevamos encima hoy y que ya no tiene casi botones. Os acordáis de cómo nos lo montábamos para quedar?

 Muy sencillo, llamábamos a casa de nuestros amigos y acordábamos Sitio y hora o quedábamos en pasar a recogerlos para ir juntos. Todos teníamos una hora establecida para llegar a casa, así que cada uno veía cómo se lo tenía que montar para cumplir las reglas. Mamá y papá no llamaban cada 10 minutos para asegurarse de que estábamos bien y lo estábamos, porque vivimos experiencias que nos hicieron aprender. Aprendimos a ser amigos y compañeros cuando alguien llevaba una castaña y había que "recuperarlo" , como a los deportistas de élite. Aprendimos que los chupitos sólo tienen de divertido el nombre, que la euforia etílica de los que empiezan la noche con demasiadas ganas, acaba convirtiéndose en lágrimas y descontrol; Aprendimos que, muchas veces, es mejor morderse la lengua unos segundos que partirse la cara con una persona que se encuentra en unas condiciones lamentables... Vaya si aprendimos cosas!!!!

Uno de nuestros mejores aliados en aquellos años fue sin duda el chicle de menta o hierbabuena. De hecho, te confieso que, si por algo se caracterizan los besos de nuestra adolescencia, es por su sabor mentolado con notas etílicas, a veces, al revés. No obstante nosotros creíamos que, de esta manera, en casa no se percataban de que habíamos bebido alcohol / fumado.





En el Garito y en la Disco.

Los guarros ( Raperos, Grunges, Hipies) solíamos coincidir en un par de garitos en los que pinchaban la música que nos gustaba pero te confieso que yo prefería la disco. Uno de los temas que recuerdo con especial cariño es “Rimadero” de CPV. Sonaba con frecuencia en un ambiente de humo intensamente perfumado, charlas y jarras de cerveza y calimocho.



La discoteca era otra cosa. Siempre había gente en la tarima demostrando su particular talento para el baile, luciendo una simpática melopea o simplemente llamando la atención para pillar cacho. Sin duda, uno de los momentos más increíbles era aquel en el que comenzaba sonar una voz que decía “Dame tu mano y venga conmigo, vámonos al viaje para escuchar los sonidos mágicos…. Ecuador!!!”
De repente, Una energía incomparable se apoderaba de cuantos nos movíamos en la pista.Teníamos la sensación de estar flotando literalmente en un océano de endorfinas; la noche era nuestra y todo era posible, todo. Por esa razón creo que Ecuador es la canción que mejor representa la  fiesta de la década de los 90, aunque claro está, es una opinión totalmente personal.





El mejor final posible para una noche de fiesta de los 90 era verte exprimiendo los últimos besos de unos labios recién conocidos porque ya habían pasado 10 minutos de "la hora"  y corrías el riesgo de quedarte sin salir el día siguiente, aunque a veces merecía la pena llegar tarde.

Sales hoy de fiesta???? ;)